Probablemente todos hemos tenido una experiencia similar en algún momento de nuestras vidas, ya sea la sensación de estar de pie con asombro y admiración frente a un castillo reconstruido según modelos históricos y experimentar el espíritu del pasado, o la sensación de pasear por un bullicioso casco antiguo y admirar el encanto de las orgullosas casas de comerciantes que se remontan a la época de la Liga Hanseática. Todo esto es posible gracias a que los involucrados muestran tanto la voluntad como el compromiso de preservar edificios cultural e históricamente significativos para las generaciones futuras. En este lugar, se pone especial énfasis en la preservación de los monumentos históricos. De este modo, se garantiza el cumplimiento de las condiciones marco para la conservación de los bienes culturales arquitectónicos. La ley establece estas condiciones para la protección de edificios y monumentos históricos y es administrada por la autoridad competente en materia de protección de monumentos. Un interés público superior es el requisito más importante que debe cumplir un edificio para obtener el estatus de «edificio protegido». La edad por sí sola no es decisiva. La clasificación protege el edificio de ser demolido o sometido a cambios estructurales. La definición de determinadas medidas y su aplicación es responsabilidad de los distintos estados federados que componen Alemania, por ejemplo. Además de Estados Unidos, otros países como España, Portugal, Italia y Francia tienen cada uno su propia normativa, que puede ser diferente a la nuestra.